“Necesitamos más que un cuerpo femenino en la Corte”

por Irene Benito

Autor

Irene Benito

Publicado el

2021-12-16

Tags

GéneroCorte Suprema de Justicia de la Nación

Barrancos postula a 2021 como un año bisagra para el arco de los nuevos derechos.


La entrevista en cinco definiciones

“Más allá de los obstáculos y de las dificultades, la Ley Micaela se fue imponiendo de un modo o de otro dentro de la gran familia jurídica. Esto no quiere decir que hayamos alcanzado un estado de completud ni mucho menos: estamos muy lejos de eso”.

“La perspectiva de género es fundamental en la condición humana, en los derechos humanos básicos, y me parece que esto ha comenzado a incorporarse en el ejercicio de las profesiones jurídicas, en especial de quienes ejercen cargos de alta jerarquía judicial. Mi mirada es positiva, pero es cierto que yo soy una optimista irredenta”.

“Me parece que este año hay que celebrar eco feminista en las profesiones jurídicas. Las mujeres de la Justicia están cada vez más asociadas y comprometidas con la formación de una perspectiva de género. Esto es lo que vi durante 2021”.

“Como hago historia, puedo decir que los nuevos derechos, a lo largo del tiempo, han sido de difícil asimilación en el ámbito de la Justicia. Hay un área profética legislativa y otra pragmática actuante, que es el Poder Judicial de carne y hueso. Por un lado está la legislación y, por el otro, la aplicación. En general lo que pasa es que existe una brecha”.

“Es imprescindible que la quinta vocalía de la Corte de la Nación pertenezca a una mujer: eso ya no se puede discutir. Pero necesitamos una representante completa de los derechos que hacen a su propia condición identitaria. Podemos tener una presencia femenina, pero cuidado porque podemos tener con esa presencia una reafirmación poderosa del modelo patriarcal”.

A Dora Barrancos le gusta el nombre “JusTA”. Lo dice espontáneamente, como dice todo en esta entrevista. Sus gustos están en línea con la tarea investigativa y docente, y la militancia a la que dedicó su vida: la propagación de una mirada igualitaria y feminista en la sociedad y en la Justicia en particular. La hoy presidenta del Consejo Asesor Ad Honorem del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación se define como una “optimista irredenta” y, desde ese lugar, hace una evaluación positiva de la situación de los nuevos derechos durante 2021. Si bien considera que aún hay déficits de paridad en la cobertura de las vacantes judiciales que lleva adelante el Poder Ejecutivo y hasta propone medidas de acción positiva para paliar la desigualdad, Barrancos considera que en términos de legislación, Argentina lidera la región. Y considera que no hay dudas de que una mujer reemplazará a Elena Highton en el máximo tribunal del país. “Necesitamos más que un cuerpo femenino en la Corte de la Nación”, advierte la académica y ensayista.

-¿Qué pasó con el género y la Justicia durante 2021?

-Por increíble que parezca, este año y el anterior tal vez sean una bisagra debido a la irrupción de algo tan inesperado como la pandemia. Lo notable es que, a pesar de todos los pesares, y de lo que significó en términos de inacción y de cesura de lo que podrían ser actividades proyectadas, hubo mucha innovación: esto es lo que generaron el confinamiento y las circunstancias conexas al coronavirus. Creo que es necesario hacer un balance positivo.

-¿Por qué?

-Insisto que, más allá de los obstáculos y de las dificultades, la Ley Micaela se fue imponiendo de un modo o de otro dentro de la gran familia jurídica. Esto no quiere decir que hayamos alcanzado un estado de completud ni mucho menos: estamos muy lejos de eso. Llamo completud a la circunstancia de la sistematicidad capacitante de todo el personal que administra justicia, pero ha sido importante para mí advertir los avances en el contacto directo con la realidad. Yo he sido capacitadora, he sido un instrumento de difusión para porciones del Poder Judicial en Río Negro, Tucumán, la provincia de Buenos Aires… Algunas veces la iniciativa provino de los tribunales superiores y otras, de las corporaciones, es decir, de las asociaciones de magistrados y de magistradas, y de las asociaciones de abogados y de abogadas. Hay una intervención de diferentes actores, ya sea del propio Poder Judicial o de manifestaciones que tienen que ver con los diferentes estamentos que lo integran. Esto último me parece importante porque quienes trabajan en la Justicia tienen una condición muy particular. He podido advertir que estamos saliendo de la encrucijada.

-¿Cómo define esa encrucijada?

-Como una especie de ceguera cognitiva muy consolidada en los agentes que tienen que administrar justicia. Me refiero a la ceguera cognitiva en los términos de John Rawls. Existe muy poca eficacia en la reflexión. La perspectiva de género es fundamental en la condición humana, en los derechos humanos básicos, y me parece que esto ha comenzado a incorporarse en el ejercicio de las profesiones jurídicas, en especial de quienes ejercen cargos de alta jerarquía judicial. Mi mirada es positiva, pero es cierto que yo soy una optimista irredenta. Me parece que pequeñas contribuciones han dado grandes cimbronazos: no hablo de mis intervenciones modestas, sino del cúmulo de actividades. Ya hay muchísimas interlocutoras, porque la mayoría son mujeres, que provienen de las propias filas del Poder Judicial. Eso es lo interesante: no se trata ya de inquietudes y preocupaciones de académicas feministas. Por eso me parece que hay que celebrar este año el eco feminista en las profesiones jurídicas. Las mujeres de la Justicia están cada vez más asociadas y comprometidas con la formación de una perspectiva de género. Esto es lo que vi durante 2021.

-¿Cuán cerca o cuán lejos estamos de unos Tribunales definitivamente anclados en la igualdad?

-Estamos superando algunos mojones. En este campo institucional, que haya una renovación de cierta proporción en los fallos, las resoluciones y las sentencias, ya es un cambio importante. Por supuesto que sigue habiendo sentencias que implican un “trancamiento”, una posición muy granítica o muy poco porosa frente al arco de los nuevos derechos. Como hago historia, puedo decir que los nuevos derechos, a lo largo del tiempo, han sido de difícil asimilación en el ámbito de la Justicia. Hay un área profética legislativa y otra pragmática actuante, que es el Poder Judicial de carne y hueso. Por un lado está la legislación y, por el otro, la aplicación. En general lo que pasa es que existe una brecha. La legislación tiene una apertura y una sintonía: esta está obligada a encarnar, a hacerse cargo de la demanda de derechos que plantea la sociedad. Ahí se ha avanzado enormemente. La ley da derechos a las mujeres y a las disidencias sexo-génericas de un modo amplio, sobre todo a partir de la norma que habilita la interrupción voluntaria del embarazo (IVE). No hay en este momento una condensación jurídica semejante en América Latina. La ley IVE de la Argentina es un espejo para los países de la región que están transitando el debate sobre el aborto. Sin duda la norma puede ser mejorada, pero su composición técnica es la más avanzada en comparación con Uruguay y México. Lo mismo sucede con los derechos adquiridos por las disidencias sexo-genéricas. A esto se suma la política implementada por la resolución que permite la opción no binaria de asignación de identidad. Pero esa es la normativa. La Justicia se toma más tiempo para la aplicación. Por eso debemos seguir haciendo pedagogía y divulgando las decisiones innovadoras en materia de nuevos derechos. En este sentido, me parece que es una excelente herramienta el compendio de sentencias con perspectiva de género que publica de manera periódica el Ministerio Público Fiscal de la Nación.

-En el horizonte aparecieron dos focos de alarma para la agenda de género en la Justicia. Por un lado, la revelación de una incipiente masculinización del Ministerio Público de la Defensa de la Nación (MPD) y, por el otro, cierta apelación superficial o políticamente correcta al enfoque que pone de relieve la desigualdad histórica que han sufrido las mujeres. ¿Cómo ve usted estas cuestiones?

-Un excelente trabajo investigativo del MPD se advierte esa anomalía: un traspié notable. Se trata de un atraso de lo que sería el camino paritario que llama bastante la atención. Ahí lo que hay que hacer es una intervención muy precisa para resolver este retroceso constatado. En otros lugares, por ejemplo, vemos un aumento de la participación de las mujeres en el servicio judicial, por ejemplo, en el área de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En general, nos preocupa que los pliegos que van al Senado (para el control de la cobertura de las vacantes en el sistema de justicia Federal y de la Nación) todavía tienen un déficit grande. Por otro lado vemos que concursan muchísimas mujeres, pero que las ternas no reflejan ese esfuerzo. Hay que hacer algo importante para revertir esa situación. Tal vez, y como ya lo he expresado, hagan falta medidas de acción positiva.

-¿Considera que es posible establecer cupos o cuotas más allá de la regla constitucional que prescribe que el Poder Ejecutivo de la Nación debe hacer la designación entre quienes hayan ingresado en la terna?

-La reducción de la discrecionalidad a una terna resulta insuficiente. Pero, además, hay un problema con las evaluaciones (de concursantes) tanto para este tipo de cargos como para la carrera científica, algo que conozco muy bien. Son evaluaciones irracionales porque ponderan como equivalentes construcciones disímiles por razones de género. Hay que paliar esto y crear condiciones para evaluaciones más racionales. Cuando digo racionales es que tienen que apegarse a las construcciones posibles. Es muy claro que entre las mujeres existe cierta resistencia y que anticipan la frustración implícita en los concursos. Quizá haya que aplicar una medida de acción positiva para resolver tanta desigualdad.

-¿Qué dice de la cita “pour la gallerie” de la perspectiva de género? ¿Hay un vaciamiento?

-Estoy muy de acuerdo con ese punto de análisis. Me siento optimista respecto del refrendamiento que tiene la perspectiva de género en la Argentina en cuanto a la formación de quienes administran justicia. Pero dicho eso, digo esto otro: existe el riesgo de una adopción del concepto completamente epidérmica, es decir, para cumplir o tangencial. Esta dinámica puede ser común al momento inicial de la incorporación de los nuevos derechos: se los menta “pour la gallerie” hasta que encarnan en las instituciones. Pero si finalmente esa adopción políticamente correcta se torna sistemática, ya estamos en otro lugar. El asunto es que no se instale un varietal distinto. Diría que la perspectiva de género no está banalizada, sino defectuosamente interpretada habida cuenta de los obstáculos que encuentra el concepto. Algo que todavía causa resistencia no puede ser una banalidad. En esta instancia prefiero ver el vaso medio lleno: al final habrá una incorporación completa de este enorme cauce de derechos que es la perspectiva de género. Esto quiere decir que abre paso a derechos que no habían aparecido o no se tenían en cuenta. Algunos actores permanecen ahí porque desde luego la estructura patriarcal es un fórceps ideológico que tiene, además, la tremenda saña de su inconsciencia, pero estamos saliendo de ese desierto.

-Pareciera que no queda margen para designar a alguien que no sea una mujer en la vacante de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Pero, ¿qué perfil debe tener?

-Necesitamos más que un cuerpo femenino. Ese lugar va a ser para una mujer: hay algo de un nuevo sentido común al respecto. La Corte tiene cuatro varones y sólo ha habido dos ministras en la historia (Carmen Argibay y Highton). Es imprescindible que la quinta vocalía pertenezca a una mujer: eso ya no se puede discutir. Pero necesitamos una representante completa de los derechos que hacen a su propia condición identitaria. Podemos tener una presencia femenina, pero cuidado porque podemos tener con esa presencia una reafirmación poderosa del modelo patriarcal. No está ínsito que una mujer implicará mayor igualdad. Precisamos en este caso una convalidación de una posición subjetiva, de experiencia, de práctica, de sentencias, que sean consistentes con la adhesión a los nuevos derechos fundamentales y humanos que hemos conquistado las mujeres. Debe haber una resonancia y una vibración con ese movimiento que permita que una gran experta pueda ocupar el lugar de Highton de Nolasco.

#BIO
Dora Barrancos es socióloga de la Universidad de Buenos Aires (UBA); doctora en Historia por la Universidad Estadual de Campinas (Brasil); profesora consulta de la UBA; ex directora del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género (IIEGE) de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA), e investigadora principal del CONICET. En la actualidad se desempeña como presidenta del Consejo Asesor Ad Honorem del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación. Ha publicado numerosas obras sobre el feminismo en la Argentina, entre ellas “Moralidades y comportamientos sexuales: Argentina, 1880-2011” (2014) y “Mujeres en la sociedad argentina. Una historia de cinco siglos” (2010).

GéneroCorte Suprema de Justicia de la Nación

Artículos relacionados

  Cargando artículos