por Gabriela Baigorrí
Apuntes de la exposición de Germán de los Santos sobre el crimen organizado en Rosario
Germán de los Santos ofrece al auditorio una anécdota para contar qué piensa y cómo ve al crimen organizado en Rosario (Santa Fe). El periodista, especializado en coberturas sobre narcotráfico, detalla cómo llegó hasta un entrevistado que lo llevó al origen de una de las disputas más violentas de la ciudad, entre Los Garompas y Los Monos, hace dos décadas. “Hace dos años fui a entrevistar a un hombre que estuvo en la génesis del crimen organizado en Rosario, le decían ‘El Polaco’. Era integrante de Los Garompas, una banda que era amiga de Los Monos. Había salido hace poco, tras estar preso 18 años. Me citó en su casa. Cuando llegué, en la puerta había un muchacho armado en una moto. Me dijo: ‘Te está esperando, tenés que meterte en este pasillo’. Era para pensarlo. Entré y (el entrevistado) me dijo: ‘te animaste’. Me puso a prueba”, relata. Explicó que “El Polaco” le contó que Los Garompas comenzaron a pelearse con Los Monos cuando estos debutaron en el negocio de la venta de cocaína y que eso les dio envidia. “Entonces fueron encapuchados y les robaron. El Cantero fundador de Los Monos reconoció a uno de ellos por la voz”, describe.
La primera guerra narco, entonces, comenzó por tres ravioles de cocaína y por $50. El saldo de bajas fue de unos 60 muertos. “Me parece que eso pinta la situación que vivimos en Rosario, 20 años después”, consigna.
De los Santos trabaja en el diario La Nación y en el portal Aire de Santa Fe; es docente universitario y es autor del libro “Los Monos”. Recibió múltiples premios por su desempeño profesional, entre ellos el Konex y el Pluma de Honor de la Academia Nacional de Periodismo. Disertó frente a periodistas judiciales y abogados que formaron parte, en mayo, del taller de periodismo judicial organizado por el Foro de Periodismo Argentino (Fopea) y la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ). Compartió la charla con Gustavo Grabia, periodista deportivo que es experto en temas de violencia en el fútbol. Específicamente, investigó el poder de los barrabravas y su participación en el crimen organizado. Ambos fueron enhebrando tópicos comunes y diferencias.
La locación del taller no fue casual: Fopea y ACIJ expresaron su preocupación por las amenazas sobre el ejercicio del periodismo en la ciudad y dieron su apoyo a los comunicadores rosarinos.
“Lo que llamamos crimen organizado es, en realidad, desorganizado”, caracteriza De los Santos y cita este concepto que desarrolló el ex ministro de Seguridad de Santa Fe, Marcelo Saín, en varios reportajes. “No tenemos grupos criminales sofisticados y desarrollados, pero desde la precariedad lograron crecer”, reflexiona el periodista. Añade que la banda de Los Monos tiene más de 2.000 miembros, mediante un sistema similar al de franquicias. “¿Qué empresa en Rosario creció tanto como para tomar 2.000 empleados? Ninguna. Desde la precariedad, lograron crecer ¿Por qué? Porque del otro lado hay un Estado más precario”, subraya.
Recomienda contar y trabajar historias como las de “El Polaco” porque permiten acceder a una imagen más real de la situación del crimen, dado que las fuentes académicas, que también son útiles, suelen tener una visión más bien teórica sobre la problemática. “La realidad es mucho más simple”, resume.
Consigna que una de las patas esenciales en el esquema son los barrabravas. “En Rosario tienen un poder fenomenal” e invita a Grabia a comentar su experiencia.
“El foco mediático está puesto aquí, pero la única diferencia que veo con el Conurbano bonaerense, en algunas zonas específicas, es el crimen ‘desorganizado’. En el AMBA está bien organizado, no se desmadra porque la Policía y los políticos saben perfectamente para quién hay que jugar. Cuando hay una pelea de fuerzas, deciden que se desorganice un rato para ver quién gana y después se vuelven a reagrupar. (Las disputas) no llevan años como aquí”, discrimina. Explica que hay barras que son asociaciones ilícitas y afirma que le llama la atención que el narco comande estas agrupaciones en Rosario, cuando en otras ciudades suelen ser socios, pero no estar a la cabeza. “Me llama la atención que en Rosario se expone demasiado algo que en la provincia de Buenos Aires se trata de esconder”, menciona en relación a los vínculos de los barras, con los narcos y con la política.
“Parece que el periodismo va a morir, pero no es así”, vaticina De los Santos con firmeza. Explica que hay datos e información que no está en Google: deben ser investigados, hay que ir por ellos al terreno y a los expedientes judiciales. Hay información que permanece oculta. Dio un ejemplo claro, que derivó en una de sus investigaciones más resonantes. “Un día recibí el llamado de un camionero. Me contó que en un pueblo de Santa Fe, en el límite con Córdoba, que se llama Frontera, había un grupo de colombianos que llevaban droga a Rosario y a Buenos Aires. Decía que había un laboratorio grande. Quería protección, que yo le hiciera el nexo para que fuese testigo protegido. No le presté atención, porque era una fuente que yo no conocía”, introduce. Agrega que seis meses después, en la puerta del Ministerio de Seguridad se encontró con otro hombre que le comentó exactamente lo mismo. “Investigamos y terminó con una nota. Fue interesante porque no existían en Santa Fe documentos judiciales sobre Héctor Gallardo (lideraba esa banda). En Córdoba sí había un documento. Este tipo tenía bases en Misiones, Salta, Rosario y en Frontera. Esto si era crimen organizado. Era una estructura montada desde un pueblo”, detalla. Afirma que tras la publicación se desató una guerra narco en Frontera y murieron nueve personas. “Me llamó la atención que, a partir de lo que publicamos, mucha gente del Estado se interesó. Tocamos un nervio que no existía y la Justicia Federal sigue encontrando ramificaciones. El pueblo estaba fuera de todos los radares”, advierte.
Destaca que, como esta, una investigación periodística puede surgir de cualquier lado. De un llamado o de un hombre que espera en la puerta de un despacho.
“Después la historia se conecta con los documentos judiciales y con el trabajo en territorio”, recomienda. Alerta a los colegas que cuando se instala en alguna ciudad o pueblo para trabajar tiene en cuenta la seguridad de las fuentes. “Nosotros nos vamos, pero las fuentes quedan, hay que protegerlas”,añade.
“Siempre me preguntan ‘¿Cómo sabes más que la policía?’. No, no sabemos más que ellos, puede que sepamos más que los fiscales o los jueces. Porque la Policía no les cuenta todo”, sentencia Grabia. Aporta que uno de los crímenes relacionados con los barras más mediáticos, el caso del asesinato de Gonzalo Acro, se resolvió casi por casualidad. La muerte se dio en el contexto de la pelea entre Alan Schlenker y Adrián Rousseau por el liderazgo de Los Borrachos del Tablón, la barra de River. Grabia tuvo un rol clave. “La Policía no le había dado un dato clave al juez. Yo estaba revisando otra causa y sabía que había un teléfono secuestrado. Había algunas escuchas relacionadas en esa otra causa, que estaba en otro juzgado. No sabemos más que la Policía”, remarca. Hace una salvedad fundamental sobre la tarea de investigar causas que involucran al poder y es que es más seguro hacerlo con el respaldo de los grandes medios.
Lee escuchas desgrabadas de un expediente sobre el manejo de la barra de Boca, la más grande y poderosa del país. “Entre todos los negocios tienen entre 4.000 y 5.000 personas que trabajan allí. Tienen cuevas financieras y empresas. En las llamadas se escucha cómo y quiénes organizaban quién se quedaba con la barra. Estaban desde el entonces ministro de Seguridad de Buenos Aires, Alejandro Granados, hasta el Rafa Di Zeo”,dice. Es contundente al concluir por qué no se puede solucionar el crimen organizado de este tipo de agrupaciones: porque está inmiscuido el poder político. “A mi juicio no hay manera de poder eliminarlo si el que organiza el crimen organizado es el poder político”, cierra.
Ante las preguntas de los presentes, De los Santos coincide en que la narcocriminalidad perduda también en Rosario por la complicidad política: “la complicidad policial y las relaciones con la política no se han investigado tanto en Santa Fe, pero sí existen”.
Grabia resalta que los periodistas se meten en las fisuras del sistema para investigar y que pueden dar con datos reveladores sobre las complicidades. “Quedó claro, por ejemplo, en un juicio que se hizo por dos muertes en un amistoso entre Boca y San Lorenzo. Yo me había enterado dos días antes de los hechos, que los dos bandos de la barra de Boca iban a enfrentarse. El partido era para demostrar que podía haber público visitante. Avisé a una fuente del ministerio de Seguridad, de Berni. El que ganaba se quedaba con la barra. Berni habló con el jefe de la Policía. La Policía les informó que sería, pero en otro lugar y mandaron al efectivo a otro lado, liberaron la zona”, concluye para apoyar su punto y el de de los Santos. Con anécdotas y recomendaciones, dejaron en claro los entretelones de las coberturas de los crímenes organizados y desorganizados.