por Clara Lucarella y Lucía Fernanda Velasco
Desde el Juzgado Contravencional y Faltas 13 de CABA, a cargo de Lorena Tula del Moral, buscan que la justicia esté más cerca de la ciudadanía.
“Es importante que el Poder Judicial comience a modernizarse y empiece a usar todas las herramientas a disposición como parte de la comunicación judicial”.
“Todas las personas que vienen (a las audiencias) no hacen más que agradecer la posibilidad, y eso es lo que nos llama la atención. A través de esa respuesta queda en evidencia que hay una necesidad por parte de los ciudadanos que está insatisfecha por parte del Poder Judicial en general, y es la necesidad de participación”.
“Cada acción que hacemos es de reflexión, pensando en cuál es la problemática que vemos y cómo podemos dar respuesta desde el Juzgado”.
“Es fundamental poder escuchar desde nuestros roles, desde nuestro lugar, cuáles son las demandas que la sociedad tiene”.
Lorena Tula del Moral es jueza titular a cargo del Juzgado Contravencional y Faltas Nº13 de CABA. Su carrera en el Poder Judicial de la Ciudad la ha preparado para desempeñar su cargo de la forma en que lo hace: “… la mirada que me dio este recorrido me permitió enfrentarme a las cuestiones que generan esa distancia entre el ciudadano y la justicia, el Poder Judicial. Empecé a implementar todos los cambios y las mejoras en la gestión diaria que entendía que podían empezar a cambiar esa imagen, mostrar que las cosas se podían hacer distintas”, dice la magistrada.
El Juzgado que encabeza desde hace ya siete años se caracteriza por sus prácticas de justicia abierta y participación ciudadana. Cuenta con redes sociales en las que se publica contenido judicial: datos, estadísticas, agenda de audiencias, información acerca de cuestiones procesales, entre otros.
Para ella, las claves para mejorar el Poder Judicial son claras: participación ciudadana, comunicación judicial por medios “modernos” y con lenguaje claro.
- ¿Qué es lo que hacen en el Juzgado vinculado a justicia abierta?
-Lorena: Trabajo en el Poder Judicial de la Ciudad desde hace muchos años, 24 más o menos, y a lo largo de ese tiempo, y desde las distintas funciones y roles que fui ocupando, noté circunstancias puntuales que hacían que los ciudadanos no confíen en la justicia. Esta idea de que los jueces y las juezas no se dedicaban a explicar bien cuáles eran las resoluciones que tomaban, por qué las tomaban.
En 2015, cuando llegué al Juzgado como jueza, tuve la oportunidad de ejercer la función y enfrentarme, con la mirada que me dio este recorrido, a estas cuestiones que generaban la distancia entre el ciudadano y el Poder Judicial. Empecé a implementar todos los cambios y las mejoras en la gestión diaria que yo entendía, y que el equipo de trabajo también entendía (porque esto está claro que es un trabajo en equipo y no sólo mío), que podían empezar a cambiar esa imagen, mostrar que las cosas se podían hacer distintas.
Reflexionamos que, si todos nosotros nos comunicábamos en redes comunitarias, o en redes de amigos, o en redes con familia y demás, también era importante que el Poder Judicial comience a modernizarse, y empiece a usar todas las herramientas a disposición como parte de la comunicación judicial. Por eso iniciamos el camino en las redes sociales: en un primer momento Twitter, después Instagram y luego Facebook. Todo eso fue progresivo y no fue antojadizo, el trayecto nos hizo dar cuenta que había distintas generaciones que usaban distintas redes. Al principio no nos dimos cuenta de que estábamos “haciendo justicia abierta” en el sentido de estar aplicando los principios de gobierno abierto, sino que intuitivamente empezamos a hacer esto y después encausamos y dijimos: “Ah, pero esto es un gobierno abierto, esto es justicia abierta”.
La idea, justamente, era transparentar nuestra función, nuestras acciones, y ver que la gente necesita información para acceder a la justicia. Entonces empezamos a descubrir que podíamos gestionar de una manera más eficiente y eficaz para que garantizarlo.
En las redes mostrábamos lo que hacíamos, empezamos a publicar la agenda de audiencias para que la gente pueda venir, en su momento cuando eran presenciales, y luego virtuales. La virtualidad hizo que creciera mucho el caudal de público, no solamente de estudiantes, sino también abogados que venían a aprender a las audiencias cómo litigar, por ejemplo.
Comenzamos, también, a publicar las estadísticas del Juzgado semestral y anualmente. Cada vez que el Juzgado está de turno lo informamos, y al finalizar el mismo publicamos las estadísticas: cuántos detenidos hubo, cuántas audiencias, todos los casos que se resolvieron en el turno.
También tenemos un canal de Youtube, porque notamos que los ciudadanos cuando concurren al Juzgado, como imputados o víctimas, desconocen cómo es el proceso judicial. Hay una falta de información de cuestiones fundamentales, tales como qué es una probation, qué es un juicio abreviado, qué hace un juez y qué hace un fiscal. En miras de contribuir con la educación ciudadana, lo que hicimos fue generar este canal de Youtube donde hacemos vídeos nosotros mismos en el Juzgado, con plataformas gratuitas, para contar en un minuto distintas cuestiones más que nada procesales.
En la pandemia hicimos una serie de vídeos, en respuesta a las estadísticas crecientes de violencia de género, enfocados en cómo podemos ayudar desde el Juzgado a las víctimas. Se trataron puntos tales como: ¿cómo es el proceso judicial?, ¿cómo es el proceso penal?, ¿cuál va a ser su participación en el mismo?, etc. Entonces creamos nueve vídeos interactivos donde uno puede ir siguiendo cómo va a participar en el proceso penal, siendo víctima o imputado.
Cada acción que hacemos es de reflexión, pensando en cuál es la problemática que vemos y cómo podemos dar respuesta desde el Juzgado.
-Mencionas que hay mucha más gente que ve las audiencias. Desde que empezaron a implementar este tipo de acciones, desde tu perspectiva, ¿cuál ha sido la reacción de la ciudadanía?
-Lorena: Es increíble la recepción que tenemos por parte de la ciudadanía que participa en las audiencias. Al finalizar, me interesa quedarme un rato con ellos charlando a ver qué les pareció la audiencia, y conocerlos mínimamente, que me digan de dónde son, por qué están acá, qué les interesa, o si entendieron lo que ocurrió o no. Todas las personas que vienen no hacen más que agradecer la posibilidad, y eso es lo que nos llama la atención. A través de esa respuesta queda en evidencia que hay una necesidad por parte de los ciudadanos que, en definitiva, está insatisfecha por parte del Poder Judicial en general, y es la necesidad de participación.
Obviamente que, en una decisión unilateral como es la mía, no hay mucha posibilidad de participación ciudadana. Pero sí es un pilar democrático y un pilar de Justicia abierta la participación de los ciudadanos en el marco de un proceso judicial, orientada a la construcción del Poder Judicial al que aspiramos.
Más allá que desde mi función, la participación de ellos es externa, en el sentido de que no es “nuestra” decisión, sino mía como jueza, sí tenemos en cuenta la oportunidad de poder participar y poder contribuir, por ejemplo, para mejorar un documento a través del uso del lenguaje claro, es una posibilidad clave que no tenemos que pasarlo por alto.
Creo que, en ese sentido, es fundamental poder escuchar desde nuestros roles, desde nuestro lugar, cuáles son las demandas que la sociedad tiene.
-El Juzgado en el que estás es uno de los pocos en el ámbito de la Ciudad que implementan este tipo de prácticas o acciones que tienen esta forma de ver la participación de la ciudadanía. ¿Cuáles crees que son los principales obstáculos o resistencias a la hora de llevar adelante este tipo de acciones?
-Lorena: No sé si hay obstáculos. Creo que hay una cuestión generacional también, los “nuevos”, los que somos un poco más jóvenes tenemos quizá otra mirada acerca de la incorporación de la tecnología y otras herramientas, cada vez somos más los que nos vamos “contagiando” de esta nueva mirada.
Es importante destacar que no es un trabajo individual. Es un trabajo colectivo, es un trabajo en equipo, en el que es necesario y fundamental darle el espacio y la oportunidad de aportar a todas las personas que los conforman. Hay un montón de cosas que los jueces y las juezas tenemos que aprender escuchando a las generaciones más jóvenes que vienen con otra mirada, con otra practicidad.
El obstáculo que puedo mencionar es que trabajar de esta manera, obviamente, lleva más tiempo. Se necesita de un equipo que también esté convencido de que las cosas se tienen que hacer así, o que compartan esta misma visión que tenemos varios. Es un desafío, pero no creo que haya algo que nos diga “esto no se puede hacer así”. Se puede, hay que trabajar, hay que ocuparse, dedicarle tiempo. Siempre digo que es mucho más fácil resolver en 5 minutos y que nadie me entienda o el imputado no me entienda, que tomarme 20 minutos para explicarle, y que si no entiende me lo vuelva a preguntar. Me parece que es una cuestión de apuntar a la calidad del servicio que queremos dar.
Lo que sí personalmente veo como un gran desafío es que esto se institucionalice. Que no sean ya “prácticas aisladas”, iniciativas individuales y voluntarias, de determinados Juzgados o Fiscalías. Es momento de darle una vuelta de tuerca a la situación y bregar por la institucionalización de las prácticas de Justicia abierta y participación ciudadana.
-Antes contabas que a partir de las estadísticas de violencia de género en la pandemia realizaron una serie de videos al respecto. ¿Qué otras medidas específicas con perspectiva de género se implementaron en el Juzgado?
-Lorena: Tenemos una base de datos abierta donde, por ejemplo, se pueden encontrar todas las resoluciones del Juzgado. Allí se pueden individualizar todas las que están vinculadas con cuestiones de género.
Por otro lado, obviamente, consideramos fundamental la capacitación del personal, porque creemos que el Poder Judicial requiere preparación más allá de las capacitaciones obligatorias que tenemos de Ley Micaela y demás, tanto para los empleados, funcionarios y magistrados.
Nos fijamos metas de reunirnos con determinados autores que hayan escrito sobre temas de género, o compartir información en el Juzgado, hacer grupos de trabajo, grupos de estudio, porque creemos que todo esto es un proceso, es una nueva mirada, también desde la dogmática penal. No olvidamos que somos un Juzgado penal, nuestra idea de aplicar todo esto fue para mejorar la gestión, y en definitiva nunca desatender la parte jurídica. Para mí es fundamental que mi respuesta sea de calidad jurídica, más allá de que llegue en un tiempo eficiente, oportuno y demás.
Cuando veíamos esta conflictiva de estadísticas de violencia de género en ascenso durante la pandemia, justo me habían invitado a dar una charla al respecto. Al empezar a recolectar datos de género del Poder Judicial, me encontré con la falta de muchos de ellos. No había datos concretos de respuesta judicial a los conflictos en casos de violencia de género. Yo quiero los datos de todo el poder judicial. Los míos ya están, son buenos y me esfuerzo para mejorarlos, pero veamos cómo realmente se pueden cambiar las cosas.
También me contacté con Ana Salvatelli, que está a cargo del Centro de Justicia de la Mujer de CABA, para ver cómo podíamos trabajar juntas en algo y qué datos tenía ella. Vimos entre las dos la necesidad de empezar a recolectar datos de género del Poder Judicial. En ese marco le hice una propuesta para hacer un trabajo de investigación.
Es un proyecto, aprobado por resolución del Consejo de la Magistratura, en el que estamos trabajando desde hace un año y medio. Lo interesante es que están participando organismos de todo el Poder Judicial, tales como el Observatorio de Género, el equipo de estadísticas y los Ministerio Público Fiscal, Ministerio Público de la Defensa. Estamos haciendo un relevamiento sobre una muestra de casos de 380 causas.
El relevamiento es tanto cuantitativo como cualitativo de la respuesta del Poder Judicial en casos concretos de donde hay conflictivas de género. La idea es ver qué pasó en ese proceso desde el inicio de la denuncia hasta el final, porque lo estamos haciendo sobre causas terminadas del 2019-2020. Observar si hubo sentencia, si hubo probation, si tuvo juicio abreviado, si se archivó, por qué se archivó. Todo ello para poder implementar con eso una política pública, diseñar alguna estrategia, si es que la investigación nos arroja algún dato que evidencie una falla, o no, no lo sabemos, todavía estamos en la fase 3 del proyecto.
-¿Cuáles son los próximos pasos a seguir? ¿Cuál es el horizonte en esta agenda?
-Lorena: Nosotros ya vimos que podemos mostrar los datos, podemos comunicarnos por redes, capacitarnos, aprendimos a hablar y escribir en un lenguaje claro. O sea que se puede hacer, es voluntad, esfuerzo. Hoy el desafío mayor es institucionalizarlo, es empezar a trabajar también con otros jueces con otras juezas, y hay un montón de posibilidades porque son muchos a quienes les interesa y tienen esta mirada, hay que seguir. Ese es como es un “megaproyecto” en el que estamos trabajando un montón.
Mi propuesta es que esto se institucionalice, que empiece a crecer. Los datos de mi juzgado no reflejan la realidad del Poder Judicial. Todo esto que hicimos ya hace siete años demuestra que se puede mostrar las cosas de manera diferente, que se pueden hacer acciones concretas, y acercar la justicia al ciudadano. En este sentido, hace un año el Consejo de la Magistratura de CABA dictó una resolución para trabajar los ejes de justicia abierta con lo cual hay un marco de referencia para estas iniciativas a nivel local.
Es importante y que no es un trabajo individual, no, que es un trabajo colectivo y que es un trabajo en equipo de que es necesaria y es fundamental darle el espacio a todas las personas que conforman los equipos para escucharlas, para darles la oportunidad de aportar.
Las opiniones y puntos de vista de esta nota son responsabilidad de su autor/a y no necesariamente reflejan la posición de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia.