por Gabriela Baigorrí
Apuntes del taller de periodismo judicial de ACIJ y FOPEA sobre el rol de la comunicación pública desde organismos judiciales en los casos de narcotráfico
Los desafíos de comunicar la narcocriminalidad: conversación entre un juez y un fiscal de Rosario
La irrupción y la evolución de la narcocriminal en Rosario representa un desafío para el sistema judicial, para los medios de comunicación y, a la vez, para la interrelación entre ambos. Este fue el tema central de una charla conjunta entre el fiscal Luis Schiappa Petra (LSP) y el juez penal y expresidente del Colegio de Magistrados de Santa Fe, Gustavo Salvador (GS). Los dos tienen experiencia en el tratamiento de causas vinculadas con el narcotráfico y sus ramificaciones. El abogado, docente e investigador Franco Gatti ofició de entrevistador ante el auditorio integrado por periodistas especializados y abogados que participaron, a principios de mayo, del taller de periodismo judicial organizado por el Foro de Periodismo Argentino (Fopea) y la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) en la ciudad de Rosario, Santa Fe.
- ¿Qué características tiene el crimen organizado que deban ser tenidas en cuenta a la hora ser comunicados?
- LSP: Trabajo en una oficina que pretende construir casos sobre criminalidad organizada. Es incipiente a nivel organizacional el diseño de la agencia. Algunas de las características que hacen a este tipo de casos tiene una complejidad que tiene que ver con los intereses que terminan siendo afectados por estas investigaciones. En general, Rosario no es la excepción. Hablamos de personas involucradas que no son la “clientela” más tradicional de los sistemas penales. Hemos participado en casos en los que tuvimos que tener estrategias en materia de comunicación. Como fiscales no podemos no contar con la publicación, que es un insumo fundamental para la legitimación social en la construcción del caso. Nosotros gestionamos intereses sociales. Cuando aparecen estos actores poco habituales, tenemos que pensar en la comunicación. Son actores de peso en la política o del mundo empresarial y financiero. Detrás de una organización criminal suelen haber actores de peso de poder, con la producción de dinero ilícito y la necesidad de colocación de ese dinero.
- SG: El fenómeno de la criminalidad organizada plantea varias aristas de abordaje y es interesante que los operadores de la comunicación se las puedan plantear. Los operadores del sistema de Justicia nos hacemos interrogantes para esas cuestiones. Tenemos una realidad cotidiana en Rosario que estamos naturalizando, pero no sabemos todo en cuanto al abordaje. Tiene constantes evoluciones en cuanto a situaciones novedosas para los magistrados y en el plano comunicacional. Desde el punto de vista de la cobertura, se modificó la tarea de los reporteros. Cambió la escena y lo que hay que tener en cuenta. Para nosotros se modificó el paradigma de análisis y de juzgamiento, donde la prueba es sustancialmente distinta a la que uno estaba acostumbrado a recoger. Por ejemplo, vamos a encontrar testigos que tienen miedo de declarar o que tendrán identidad reservada. Quizás los periodistas no puedan acceder a información sobre ellos, como se accedía en causas comunes. La complejidad de las causas y de las coberturas es mayor. Con el crimen organizado, los testigos y víctimas pueden estar en peligro. La forma de canalizar y abordar esos testimonios fue modificada. Incide en los comunicadores, en cómo se transmite la noticia. No deben cesar en hacer hincapié en la situación que rodea a todos los hechos. Esto forma una idea sobre el fenómeno que abordamos.
- ¿Cuáles son las dificultades de la cobertura de estos procesos?
- LSP: La primera dificultad estructural es que las agencias de los Poderes Judiciales tienen poco internalizado que somos actores políticos y que nuestras decisiones impactan en la vida social. Tenemos poco desarrollada la preocupación sobre la comunicación de lo que hacemos. Hay jueces que todavía dicen que hablan por sus sentencias y eso define mucho. Los ministerios tenemos que construir nuestra agenda de comunicación, las áreas de prensa no deben sólo replicar lo que sucede en un caso. El otro problema tiene que ver con una cuestión local: tenemos que poder responder ante la ciudadanía sobre cómo construimos casos y qué aporte a la vida social genera esto. Nos vemos más interpelados y es más complejo. En Rosario tenemos un fenómeno creciente de criminalidad organizada y el desafío de la comunicación es mayor. Necesitamos una estrategia de comunicación, no podemos darnos el lujo de no hablar con los periodistas.
- SG: El abordaje de los medios de la realidad de Rosario y de la provincia de Santa Fe siempre fue un tema tabú para la magistratura. Nunca hubo una apertura o predisposición. Hasta hace poco tiempo el juez “hablaba por sus sentencias” y ahí moría todo intento (de los periodistas) por recabar una información mayor. El paso de los años, la concientización social y el abordaje de los medios, que averiguan y se inmiscuyen en casos de trascendencia pública, hizo que los operadores judiciales nos replanteemos la situación. A nivel institucional hubo cierta resistencia, pero existieron avances. Tenemos que trabajar, por ejemplo, en un lenguaje más claro. En el Colegio de Magistrados tuvimos la iniciativa de llevar adelante una política de apertura y qué mejor que instruirnos. Desde muchos sectores nos planteaban que era inconveniente. Tenemos un Código de Ética que nos impide hablar de causas en trámites, por lo que tenemos que ser prudentes. Soy de la idea de que mientras se tramita, las partes son las que tienen que dar la información y, después de la sentencia, que el juez elabore un memo de por qué decidió lo que decidió. Se mantiene una distancia entre los operadores judiciales, un halo, como si no fuéramos a dejar a los hijos al colegio o a hacer deportes. Se construirá camino al andar.
- ¿Cómo fue trabajar en la causa de “Los Monos”?
- LSP: Me tocó trabajar en el juicio. Fue la primera vez que se condenó al grupo de la familia Cantero. Dos años después, a fines del 2018, comenzamos a investigar a la banda contraria, a los Alvarado. Cuando arrancamos teníamos condenado al jefe policial que investigó a Los Monos, como integrante de la banda de los Alvarado. Cuando fue el juicio de Los Monos, estábamos interrogando testigos y, entre ellos, el jefe de la división judiciales de la Policía, porque había conducido varios operativos de detenciones. En el marco del juicio, la Defensa solicitó que se pasen unas escuchas y los fiscales no sabíamos de qué trataban. Pasaron nueve meses, comenzamos a investigar a Alvarado y terminamos acusando a ese jefe policial. Si algo faltó en Santa Fe fue comunicación. Las estrategias de blindaje de información fueron efectivas. En la Justicia Federal había información que no teníamos en la Provincial. Hubiese sido importante que los investigadores provinciales supieran que había una banda adversa que tenía participación de la Policía. Esto viene siendo revertido por algo muy básico como la oralidad. La forma de comunicación del sistema cambió. Los juicios orales aportaron para que haya cosas difíciles de ser ocultadas
- ¿Qué resistencias encontraron?
- SG: Creo que la resistencia más importante es que es inédito. Pueden haber situaciones ocultas, presiones o temores ante lo desconocido. Hace varios años que venimos hablando de bandas de narcocriminalidad. No intervine en esas causas, pero si en mi función dirigencial, en el Colegio. Nos preguntábamos qué hacer y cómo comunicarlo. La resistencia fue tremenda porque desde que hubo avances en investigaciones y mientras se desarrollaba en un sistema escrito, las presiones se las llevaba un juez. Eran objetos de operaciones mediáticas o de inteligencia. Una vez que tomó trascendencia y estábamos en un sistema distinto, con la oralidad y la publicidad, el conocimiento por los medios de comunicación y la transmisión a la sociedad, esa resistencia ya no fue solamente interna. Necesitó ser exponencial y comenzaron intimidaciones y ataques. Algo que no había sucedido antes, como balaceras a domicilios de los jueces o los Tribunales. Todo esto interpeló a los operadores judiciales respecto de cómo comunicarlo. Nos fue haciendo crecer en la forma de transmitir. Hoy ya no tenemos ataques personalizados. Existe la necesidad de un periodismo que repregunte, que indague, para que no se naturalicen estas situaciones. No nos lograron amedrentar. Los que lo hicieron, los investigaron y los descubrieron. Se redobló la apuesta. Es importante transmitirlo y que se tome conciencia. Es importante que cada uno en su rol vayamos un poco más allá.