Diez apuntes sobre periodismo judicial contemporáneo

por Irene Benito

Autor

Irene Benito

Publicado el

2023-06-08

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TransparenciaRendición de cuentas

Hallazgos del taller organizado por ACIJ y FOPEA


Lo que antes era una especialización periodística ahora resulta una herramienta básica. Tanto la vieja crónica policial como la cobertura de las maniobras sofisticadas de criminalidad van a contramano de una realidad regida por los clics y la instantaneidad. Cunde la impaciencia para con una burocracia judicial colapsada. Datos y enfoques de sistema son válvulas de escape para un periodismo obligado a lidiar con la injusticia y la impunidad.

La escena ocurrió en mayo de 2023, en un salón de la ciudad de Rosario: un camarista federal tomó la palabra ante un auditorio colmado de colegas y de periodistas, y repitió que en Rosario “está todo roto”. El significante vacío dejó al desnudo la degradación que impera —no sólo— en esa urbe de Santa Fe sometida a la ley del narco. ¿Cómo contar este estado de fractura institucional una y otra vez sin caer en la impotencia y romper la expectativa mínima de Estado de derecho que caracteriza a la democracia? Los 10 apuntes levantados durante el taller de periodismo judicial organizado por ACIJ y FOPEA dan algunas pistas sobre qué se puede hacer al respecto.

Decía el sabio italiano Piero Calamandrei en ese libro que es un librazo, “Elogio de los jueces”, que no hay nada peor que un juez que no cree en la justicia. Lo peor existe en la Argentina, y se ve y se palpa, por desgracia, con una frecuencia aterradora. Este escenario de descrédito y de desesperanza conforma el terreno de trabajo del periodismo. Paradójicamente, cada vez más se mira hacia esa institución cuyos miembros hablan, escriben y se visten de otra manera, como si lo que allí ocurriera o se decidiera no tuviese relación con lo que pasa afuera. De sus tiempos eternos y de sus infinitas vueltas ininteligibles dependen cosas de vida y de muerte, tanto que las partes de conflictos pequeños, medianos y gordos suelen tocar las puertas de las redacciones con la convicción de que sólo así podrán atravesar los pórticos de la Justicia.

Hay una necesidad creciente de quienes litigan de captar la atención del periodismo para lograr capturar la atención de la magistratura, por un lado, y, por el otro, la judicialización de la política y su contrapartida, la partidización de los Tribunales, acabaron con una especialización. El periodismo que recorría los pasillos de los estrados de justicia dejó de ser el nicho de unos pocos expertos para convertirse en una cuestión que incumbe a la generalidad de cronistas. Esa es la primera conclusión de estas líneas que se proponen trazar un panorama sobre la cobertura de los Tribunales argentinos a partir de los aprendizajes recogidos en el taller que organizaron en yunta el Foro de Periodismo Argentino (FOPEA) y la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ, entidad editora de JusTA). Se trata de una serie de ideas para contribuir a una reflexión acerca de cómo ejercer mejor la responsabilidad altísima e inclaudicable de contar la obra y las —muchas— deudas del Poder Judicial.

1) La sed de justicia es proporcional a la necesidad de capacitación

El programa de FOPEA y de ACIJ inicialmente se planteaba seleccionar y otorgar becas de formación a una veintena de periodistas procedentes de distintos rincones del país. Pero a las 24 horas del lanzamiento de la convocatoria ya había más de 40 inscriptos y al término del plazo existían más de 230 postulaciones —al final y gracias a la gimnasia administrativa de las organizaciones se eligieron 30 becarios, una mayoría de ellos mujeres, de 19 jurisdicciones distintas—. En las motivaciones de las candidaturas aparecía con recurrencia algo que no por obvio deja de ser relevante: la necesidad de entender lo que hacen los Tribunales para comunicar correctamente esa tarea a una ciudadanía sumergida en la desconfianza.

2) El lenguaje como eje de la discordia

Cuando se habla de “apertura” del Poder Judicial a la comunidad se suele creer que ello implica “juicios por jurados”. Sí, sería fenomenal tenerlos a lo largo y a lo ancho de la Argentina, y multiplicar los resultados positivos registrados en las provincias pioneras. Pero de poco servirían los jurados populares si el debate siguiera apresado por el llamado “chip colonial” sobre el que tanto y tan bien escribió el maestro Miguel Ángel Bastenier. Ese discurso tributario de la España de los reyes católicos establece una distancia vastísima entre el sistema judicial y la población a la que aquel ha de servir. Si no se hace una opción radical por la claridad y la brevedad, la Justicia seguirá perdiendo imagen. Vale decir aquí que jueces y periodistas tienen algo en común: construyen o destruyen su prestigio con palabras.

3) Tiempos problemáticamente largos y cortos

Las dinámicas instantáneas de la producción y del consumo de información así como el incremento fenomenal de los llamados procesos de interés público tornan casi inviable la posibilidad de cubrir al dedillo, como se hacía antes, unos pleitos que tienden a prolongarse añares. Esta situación se extiende a otros subproductos del sistema, como los concursos sustanciados para llenar vacantes de la magistratura y las denuncias de mal desempeño de la judicatura. La incompatibilidad de tiempos se traduce en seguimientos periodísticos erráticos guiados por la brújula del escándalo cuando no en olvido liso y llano. Ese choque de relojes representa uno de los escollos mayores para el ejercicio de un periodismo judicial de calidad, y exige tomar decisiones difíciles para sacrificar cantidad en pos de calidad y profundidad.

4) El análisis estructural es la luz al final del túnel

Pocas experiencias resultan más frustrantes que intentar sacar algo bueno, verdadero y bello de un Poder Judicial colapsado. Salvo algunas ínsulas ejemplares, la mayoría de las instituciones encargadas de impartir justicia en la Argentina trabajan como lo hacían en el siglo pasado. Esto se sabe en general, pero también existe un nivel alto de naturalización de la obsolescencia de los Tribunales, fenómeno que en algunos sitios lleva, por ejemplo, a inhibir la denuncia de delitos. La única manera de combatir el hartazgo que genera la difusión del enésimo archivo sin investigación de una causa de corrupción es pensar ese resultado en términos estructurales y en comparación con lo que sucede en otras jurisdicciones. Son esos enfoques los que permiten calibrar con precisión la coyuntura vernácula, y hacia allí hay que ir para contribuir a generar las soluciones de fondo que son fáciles de esquivar si se trabaja en un ámbito geográfico reducido y con “casos aislados”.

5) Los datos hacen justicia

¿Por qué hay en general tan pocos juzgados de Familia si la litigiosidad de ese fuero parecería imparable? ¿Cuántas unidades hacen falta por cantidad de habitantes? ¿En qué provincia se tramitan más rápido las demandas de alimentos y en cuáles hay más mora? Estas y otras preguntas del estilo dan cuenta de lo poco que se sabe acerca de un ámbito judicial por el que teóricamente cualquiera debería pasar en algún momento de su vida o post mortem. Sucede que, por deformación profesional, el periodismo tiende a mirar hacia los fueros e instancias donde se disputa el poder (lo penal, lo contencioso administrativo, lo penal económico, los juzgados federales con competencia electoral, las cortes, etcétera). ¿Cómo torcer ese destino de tardanza y calidad institucional deficiente? Con datos que elocuentemente expresen un estado de cosas injustificable y que, con la fuerza de la verdad, inciten a las autoridades a actuar en la dirección de la evidencia.

6) Formar redes para derrotar la soledad

Una cuestión que emerge continuamente en las charlas entre periodistas es la soledad que estos enfrentan, no ya cuando intentan relatar lo que ocurre en el Poder Judicial o en los llamados sótanos de la democracia, sino en general en su tarea cotidiana. Esa sensación de “ser pocos y débiles” aumenta fuera de la capital del país, y se torna crítica en los lugares más alejados, donde cuestionar o incomodar a quienes mandan puede ser una actividad peligrosa. Contra ello no cabe otra alternativa que unir fuerzas y aunar criterios, según enseña la experiencia internacional. La formación de redes colaborativas es, además, una condición necesaria para compartir y comparar datos entre jurisdicciones y regiones, y para describir las complejidades y matices que presenta la Argentina.

7) Hay vida más allá de Comodoro Py, pero tampoco tantísima

La magistratura de las provincias suele sangrar por la herida de desprestigio que abrieron hace décadas, por lo menos desde el menemismo, los tribunales federales porteños conocidos como Comodoro Py. Es cierto que los poderes judiciales varían de un sitio a otro, y que hay modelos positivos incluso en medio del pantano más oscuro y pestilente. No generalizar es un desafío para el periodismo judicial que se preste a trabajar con datos, en red y con una mirada de sistema. Pero también es cierto que cundió el mal ejemplo de Comodoro Py —resumido en la idea de privilegios desmedidos, conductas poco éticas, parcialidad y una gran opacidad contaminada por la intervención de los servicios de inteligencia—, y muchos tribunales y políticos con ínfulas de caudillo quieren emularlo.

8) Que no sucumba la demanda de independencia

El periodismo judicial puede ser pensado como el espacio idóneo para la defensa y el reclamo de la garantía de imparcialidad que justifica la existencia de la Justicia. Dejar de lado esa misión equivale a aceptar lo inaceptable. Nadie quisiera vivir a expensas del más fuerte, sin capacidad para exigir el reconocimiento de derechos y el cumplimiento de deberes. Si hay un servicio que el periodismo puede prestar en el presente este es el de no acostumbrarse a la manipulación judicial. Se lo debe honrar por varias razones, pero la más pragmática indica que un periodismo libre jamás lograría subsistir sin una magistratura independiente.

9) Apuntar a las entradas, las salidas y la disciplina

Bregar por la sanidad de los concursos públicos de antecedentes y de oposición celebrados para escoger a la futura judicatura es una manera de fortalecer la independencia judicial. Lo mismo cabe decir de los procedimientos de destitución, que están expuestos a ser transformados en “pelotones de fusilamiento” de jueces y de juezas díscolos, como sucedió en el pasado reciente en las provincias de Entre Ríos y de Tucumán. ¿Cuáles son los premios y los castigos con los que se disciplina a la magistratura y a los aspirantes a integrarla? Identificar y contar esas prácticas distorsivas, que terminan generando disfuncionalidades institucionales severas, supone un reto para el periodismo judicial por la aridez de los temas y, otra vez, por la dificultad para enganchar en esa discusión a una sociedad hoy preocupada por llegar a fin de mes. Hay que ser creativos, pero no abandonar una crónica de antecedentes, de trayectorias y de desenlaces vital para el acceso a un Poder Judicial respetuoso de las garantías constitucionales y del plazo razonable.

10) Conversar con franqueza por fuera de la crisis

Uno de los momentos más vibrantes y enriquecedores del Taller de Periodismo Judicial de FOPEA y de ACIJ ocurrió cuando jueces y periodistas se encontraron en el Colegio de Magistrados para hablar sobre comunicación judicial sin las prisas ni las urgencias que impone el día a día. Fue una situación excepcional porque prevalecieron la espontaneidad y la franqueza, valores que ordinariamente brillan por su ausencia. En esas circunstancias se plantearon ideas como, por ejemplo, la sistematización de las conferencias de prensa en los Tribunales; la necesidad de brindar información de primera mano a los llamados cronistas de exteriores, y la conveniencia de que los fundamentos de una sentencia penal sean anticipados al momento de anunciar el veredicto y no varios días después como se acostumbra. Diálogos distendidos como el de ese día ayudan a ponerse en el lugar del otro sin perder el propio lugar: son las charlas que se necesitan cuanto antes. Quizá falte autocrítica y sobren las dificultades, y Rosario tal vez sea la ciudad del país cuya institucionalidad genere más dudas, pero, en la medida en que jueces y periodistas conversen así, con respeto y con el interés de aprender, se puede sostener el sueño de una justicia digna que construya progreso general y paz social.


Más sobre el programa de periodismo judicial organizado por FOPEA y ACIJ en “Justicia y periodismo: una relación de tensión para que haya transparencia”.

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